sábado, diciembre 20, 2008

Superletrista de tangos



Con la llegada de las vacaciones llega también la oportunidad de pasar el tiempo en medio de la pachanga y el jajajá. Aunque no desperdicio la coyuntura y depredo el ponchecito y el tamal que se pongan a merced, gran parte del asueto suelo pasarlo en la apurada actualización de mis gustos. Leo más, veo más tele, oigo más música y, si algo de tiempo le queda al calendario, escribo las dos o tres apresuradas cuartillas que no se dejaron trasquilar en el año a punto de su fin.
Ya recomencé, ayer, a escuchar algo de música. Fluctúo, pues mi arco de preferencias es muy amplio; paso de lo popular (una canción ranchera de Javier Solís) a lo culto con Giacomo Lauri-Volpi, de un huapango a una milonga, de un bolero a un tango. A este último género ingresé, como digo, ayer, cuando leía un reportaje de Página 12 sobre la censura a la música popular argentina. Me entero allí que durante algún tiempo los gorilatos de la hermana república Argentina adulteraron hasta los tangos por sus letras supuestamente salaces, promotoras del vicio. Una de las víctimas frecuentes de esa censura fue Enrique Cadícamo, poeta al que no sin alegría considero el mejor letrista de tangos. Según el reportaje de Página 12, Cadícamo sufrió en letra propia los embates de una censura chata, imbécil a más no poder. Lo que hacían con sus composiciones era despejarlas de lunfardo y mitigarle las insinuaciones sobre sexo, alcohol y otras gratas perdiciones.
Cadícamo, quien nació en Luján, provincia de Buenos Aires en 1900, y murió 99 años después, atravesó enterito el siglo XX con una capacidad envidiable para urdir letras de tangos. Remito a mis lectores, si los tengo en este diciembre cada vez más disperso, a la web de Todo Tango (http://www.todotango.com/spanish/home.asp), el recipiente con la información tanguera más grande en internet. Allí, en la entrada sobre el compositor se nos informa que “… siguieron otros innumerables tangos —por lo menos 20 de ellos grabados por Gardel—, de méritos desiguales, pero sin concesión alguna a lo torpe y chabacano. En la tanguístíca de Cadícamo se encontrarán obras tan logradas como ‘Che papusa, oí’, ‘Anclao en París’ y otras decididamente endebles como ‘Tu promesa’ y ‘Al subir, al bajar’. Sin embargo, toda la producción se distingue por un notable decoro literario”. El redactor de la semblanza, José Gobello, ha dado en la justa definición del hacer cadicameano; ostenta, a su ver, “notable decoro literario”. Y sí, yo tengo un disco completo con temas de Cadícamo interpretados por Adriana Varela (la mejor intérprete tanguera, según mi gusto) y allí encuentro ciertos excesos de sentimentalismo y lunfardo, por otro lado propios del género, pero jamás un verso que parezca baldío, puesto allí nomás para cumplir favores a la rima. Invito a los que no conozcan algo de Cadícamo a que escuchen la versión que ofrece Todo Tango de “Los mareados”, una de las piezas más famosas de don Enrique. La interpreta allí Liliana Barrios, y aunque a mi juicio no es mejor que la versión de Varela, es imposible echar abajo la calidad de una letra tan sencilla, fatalista y perfecta como ésa. La dirección para llegar fácil a “Los mareados” (1942) de Todo Tango es www.todotango.com/spanish/las_obras/letra.aspx?idletra=53. Ya quisiera uno escribir canciones como ésta:
“Rara...
como encendida
te hallé bebiendo
linda y fatal...
Bebías
y en el fragor del champán,
loca reías por no llorar...
Pena me dio encontrarte
pues al mirarte yo vi brillar
tus ojos con un eléctrico ardor,
tus bellos ojos que tanto adoré...
Esta noche, amiga mía,
el alcohol nos ha embriagado...
¡Qué importa que se rían
y nos llamen los mareados!
Cada cual tiene sus penas
y nosotros las tenemos...
Esta noche beberemos
porque ya no volveremos
a vernos más...
Hoy vas a entrar en mi pasado,
en el pasado de mi vida...
Tres cosas lleva mi alma herida:
amor... pesar... dolor...
Hoy vas a entrar en mi pasado
y nuevas sendas tomaremos...
¡Qué grande ha sido nuestro amor!...
Y, sin embargo, ¡ay!,
mira lo que quedó...".